Descripción: Pelagia Noctiluca (pelagia: mar abierto, nocti: noche y luca: luz), llamada así porque de noche brilla entre las olas donde irradia una luz que es fosforescente, es decir es bioluminescente. Epidemiología: Sus poblaciones son binarias, un año presente uno ausente. Es la única especie que su fluctuación regular es conocida. Los factores climáticos entre los meses de Mayo y Agosto, que incluye pocas lluvias, altas temperaturas y una alta presión atmosférica parecen correlacionarse con las explosiones poblacionales de esta. No tiene fase pólipo y tiene dos períodos reproductores: primavera y otoño y el ciclo se cierra en el mar abierto donde hay miles y miles de individuos. Durante el período comprendido entre el inicio de la primavera y el final del verano, también es común la aparición en superficie de enjambres de medusas luminiscentes en las líneas de costas, que viajan movidas por las corrientes y el viento. En mar abierto afloran a la superficie a última hora de la tarde o primera de la mañana, ya que durante el día las medusas migran y se van a profundidad porque huyen de la luz para evitar a sus depredadores y siguiendo el ritmo del plancton que es su comida.</br Patogenia: Esta medusa translucida que vemos de color rosado, se reconoce por su campana pequeña en forma de hongo salpicada de pequeñas manchas pardas o rojizas, que parecen verrugas. Tiene 8 tentáculos en el margen de la sombrilla. Cada centímetro de tentáculo tiene 10000 células urticantes. Síntomas (clínica): dolor, intenso picor, eritema y edema de la zona afectada. Habrá eritema y habones urticariales, pero en algunos casos puede evolucionar a ulceración y necrosis. Posteriormente pueden aparecer síntomas similares a los producidos por una quemadura. La distribución del veneno por todo el organismo puede conducir a una sensación de opresión torácica, calambres musculares e incluso dificultad respiratoria. Aparece con cierta frecuencia un cuadro con angustia, agitación, pérdida de apetito, conjuntivitis y en ocasiones dolor de cabeza. Pero, en general, la clínica post-picadura suele ceder en pocas horas. De manera más rara y en personas especialmente sensibles a estas picaduras, como lactantes, ancianos o personas con graves enfermedades generales, la sintomatología puede ser de mayor gravedad. Si esto ocurriera se debe trasladar al afectado al hospital o centro de salud más cercano. Identificación: Esta especie no se debe de confundir con la medusa común o medusa luna, y que es prácticamente inofensiva. Es más grande, redonda, azulada blanquecina, con pequeños tentáculos en la sombrilla, cuatro brazos orales, y posee gónadas visibles en número de cuatro. A. aurita es especialmente abundante en áreas altamente eutróficas. Este incremento en eutrofización ocurre especialmente en los puertos. La medusa común tiene un cuerpo circular, en forma de copa. Es de color blanco y transparente, a menudo con tonos azulados o rosados. Su sombrilla (la parte flotante) está rodeada por largos y delgados tentáculos urticantes. Habita en mares templados y cálidos y se acerca con frecuencia a las costas, arrastrada por las corrientes. Vive en zonas templadas y frías. Migraciones verticales en la columna de agua. No es peligrosa. Tratamiento: Va muy bien la crema solar como protección, y si pica poner vinagre, o amoniaco (orinar en la zona si es preciso). Las picaduras de medusa NUNCA deben lavarse con agua dulce. Suelen quedar restos de células urticantes sin estallar en la herida y éste agua provoca que las células inoculen su veneno, por lo que hay que lavarse con agua de mar, y si se puede echar vinagre. Aplicar cuanto antes frío sobre la zona con una bolsa de hielo. Poner compresas de frío atempera el dolor. No se debe tocar la zona afectada con la toalla ni ponerla arena encima. Prevención: Ante la presencia de medusas de esta especie se recomienda evitar el baño, y tener cuidado de no situarse donde rompen las olas a poca profundidad (donde suelen jugar los niños) porque en esa zona suele haber tentáculos rotos que no se ven pero que tienen células urticantes y al tener nuestro cuerpo más temperatura que la del mar disparan los arponcitos de las células transmitiéndonos el veneno. Cuando nos las encontremos cerca intentar evitarla suavemente y si no podemos poner la palma de la mano en la sombrilla y quitarla con delicadeza. |
Enlaces y bibliografía relacionada:
Revisado por D. Ignacio Olaso (Abril 2016)