La enfermedad de Chagas, infección por el protozoo Trypanosoma cruzi, es una de las principales enfermedades parasitarias del continente americano y una de las principales enfermedades tropicales desatendidas.
T. cruzi se transmite al humano principalmente por las heces de insectos triatominos infectadas con los tripomastigotes metacíclicos (transmisión vectorial) y también mediante la transfusión de sangre contaminada, por transmisión vertical, mediante el trasplante de órganos de una persona infectada, tras la ingesta de alimentos o bebida contaminada o por accidentes de laboratorio.
El aumento de los flujos migratorios ha convertido a la enfermedad de Chagas en una infección emergente en zonas no endémicas donde se puede transmitir por vía vertical y mediante transfusión o trasplante de órganos de donantes infectados. El riesgo de la infección congénita se ha estimado entre un 0,13% y un 17% y el cribado de la mujer embarazada con factores de riesgo (nacida en zona endémica, hija de madre nacida en zona endémica, o si ha recibido transfusiones en país endémico) está recomendado aunque no existen medidas específicas que se puedan instaurar durante el embarazo para prevenir la infección congénita.
Algunas publicaciones antiguas identificaron la lactancia como posible vía de transmisión de T. cruzi pero los datos son escasos. Una revisión reciente ha valorado los estudios animales y humanos publicados sobre la posible transmisión de T. cruzi mediante la lactancia materna.
Estudios animales:
Aunque en algunos estudios antiguos se identificó la presencia del parásito en la leche de animales de laboratorio, sólo en una ocasión en ratones en la fase aguda de la infección se objetivó la transmisión a las crías. En estudios experimentales recientes no se ha demostrado la transmisión de la infección mediante la lactancia.
En otros estudios se demostró que la inoculación oral (no lactancia natural) y peritoneal a ratones con leche humana artificialmente contaminada con T. cruzi podía causar infección pero el tratamiento térmico, por pasteurización o en horno de microondas (63°C) de esta leche impedía la transmisión.
Estudios en humanos:
Los datos sobre transmisión de T. cruzi en humanos mediante la lactancia son escasos y los estudios tienen varias limitaciones. La contaminación de la leche materna por T. cruzi sólo se ha objetivado en casos aislados y en algunos de estos podía haber estado en relación con contaminación de la leche por sangre infectada puesto que la madre tenía heridas sangrantes en los pezones.
Cuando la madre está en la fase aguda existe parasitemia patente pero T. cruzi sólo se ha identificado en la lecha materna en una ocasión (la transmisión al neonato no ocurrió porque se desaconsejó la lactancia materna).
Cuando la madre está en la fase crónica la parasitemia suele ser de bajo grado y fluctuante y los escasos casos notificados de infección en niños lactantes podían haber estado en relación con la ingesta de sangre por sangrado de los pezones.
En humanos, la transmisión de T. cruzi mediante leche materna, no contaminada con sangre infectada, no ha quedado claramente demostrada.
Discusión y conclusiones:
Aunque la ingesta oral es un vía eficiente de transmisión de la infección por T. cruzi en humanos, la lactancia natural no ha quedado claramente establecida como vía de transmisión. Esto puede ser debido a varios factores como el bajo número de tripomastigotes ingeridos por el lactante, las formas biológicas presentes (las formas metacíclicas que son las más eficientes para establecer la transmisión por vía oral-digestiva están presentes en el vector, no en el humano), el paso de anticuerpos maternos en la leche materna y la destrucción de algunos de los parásitos por el jugo gástrico.
Tras revisar los estudios disponibles y dados los beneficios de la lactancia materna (especialmente en zonas endémicas más desfavorecidas dónde una alternativa segura y poco costosa no estaría fácilmente disponible) no se debería desaconsejar la lactancia materna a las madres con enfermedad de Chagas crónica.
Si la madre tiene fisuras en los pezones/sangrado se podría recomendar la interrupción de la lactancia de manera transitoria y en estos casos se podría valorar el tratamiento térmico de la leche antes de administrarla al niño.
Si la madre está en la fase aguda de la infección o tiene reactivación de la enfermedad de Chagas por inmunosupresión (situaciones en las que la parasitemia circulante es alta) la lactancia podría suponer un riesgo para el niño. El uso de la leche tras tratamiento térmico se debería valorar de forma individual. Como precaución, los bancos de leche materna deberían excluir a las madres con enfermedad de Chagas como donantes.
Bibliografía
- Norman FF, López-Vélez R. Chagas disease and breast-feeding. Emerg Infect Dis [Internet]. 2013 Oct [14/09/2013]. http://dx.doi.org/10.3201/eid1910.130203
- González-Tomé MI, Rivera M, Camaño I, Norman F, Flores-Chávez M, et al. Recommendations for the diagnosis, treatment and follow-up of the pregnant woman and child with Chagas disease. Enferm Infecc Microbiol Clin. 2013 Jan 29. doi:pii: S0213-005X(12)00321-7. 10.1016/j.eimc.2012.09.010.
La transmisión materna ya origina más casos de enfermedad de Chagas que la vinchuca en Argentina