El brote de fiebre tifoidea declarado oficialmente en enero de 1951 causó en Málaga 52 muertes y afectó a más de 3.000 personas. Las autoridades sanitarias determinaron que el origen de la epidemia se encontraba en la contaminación fecal del agua potable que abastecía, aproximadamente, a la mitad de la población malagueña.