María Intxaustegi es arqueóloga submarina, guía de expedición y tripulante del Bark Europa un velero bergantín del siglo XIX desde el que enseña navegación histórica y viajes de exploración a los afortunados que se embarcan con ella. Su último viaje, sin embargo, ha sido un poco «accidentado». Desde desde salió a finales de febrero de Ushuaia (Argentina) hasta su reciente atraque en Schveningen (Holanda), tanto ella como el resto de la tripulación han surcado el Atlántico a lo largo de tres largos meses de travesía debido a las restricciones impuestas por el covid-19.
María, cuéntanos sobre tus orígenes, ¿cómo empezó todo esto?
Apasionada del mar y la montaña, siempre me ha gustado viajar, estar en contacto con la naturaleza y descubrir nuevas culturas. Me licencié en Historia y poco a poco fui haciéndome un CV en arqueología subacuática donde unía la mar y el trabajo académico. Comencé a navegar como aficionada y acabé sacándome una titulación profesional. Al final, la unión de mi pasión por la historia marítima, la navegación, las montañas y la exploración han hecho que ser guía de expedición en el Bark Europa sea el trabajo de mis sueños.
¿Tienes alguna superstición o manía?
Pocas o ninguna que yo sepa. La ciencia me da las respuestas a las incógnitas que tengo aunque reconozco que me gusta mucho conocer las culturas populares donde, sobre todo en la mar, refranes y ciertos signos han procurado que de manera oral se transmitan conocimientos tal útiles como saber que, por ejemplo, si la luna sale con un halo la próxima mañana habrá niebla.
¿Cómo ha sido la salud en tu viaje?
Muy buena. A la hora de enfrentarte a ciertas expediciones debes tener un cuerpo en forma y cuidar tanto el sueño como tu alimentación, en 81 días de navegación sin parar solo tomé una vez un ibuprofeno porque tenía muchísimo dolor de cabeza, posiblemente causado por no beber suficiente agua en los trópicos donde sufrimos un calor abrasador tanto de día como de noche.
¿Que no dejarías de llevar en tu botiquín de viaje?
Depende de a dónde me dirija me hago un pequeño botiquín específico.
Si voy a la montañas la manta térmica es fundamental pero en la mar por ejemplo, el repelente de mosquitos es completamente innecesario. En regiones polares llevo una manta térmica especial y unos sobres de comida hipercalórica específicos. En general algo que llevo siempre es una manta térmica que no me haga bajar la temperatura corporal, algo que pueda desinfectar y tapar heridas abiertas, vendajes para comprimir áreas del cuerpo lesionadas y pastillas potabilizadoras de agua.
¿Cuál es tu libro o película favorita de viajes?
Me encanta leer y no podría escoger entre solo un libro pero uno que realmente me tocó la fibra y disfruté de principio y fin es “Leviatán o la Ballena” de Philip Hoare, un canto al mar y a su historia.
¿Qué has echado en falta durante tu viaje?
Muchas cosas al principio y nada al final. En travesías largas donde las estrellas y los delfines se vuelven acompañantes habituales te das cuenta de lo poco que necesitamos en nuestra vida para ser felices. Comienzas añorando a los tuyos o una comida en particular y acabas sintiéndote afortunado por estar donde estás.
¿Viajar solo o acompañado?
Depende. Recomiendo las dos opciones, todo va en función de tu experiencia y tu zona de confort. Está bien salirse de ella y asumir retos pero siempre con seguridad, nunca hago navegaciones de altura o travesías de alta montaña sola por una cuestión de seguridad pero me encanta perderme sola en países como la India. Lo bueno es que hoy día siempre encontrarás viajes al gusto de todos y es cierto que, por ejemplo las expediciones que nosotros organizamos, son muy difíciles de realizar por uno mismo.
¿Cuál consideras que ha sido tu momento de viaje más complicado?
En esta travesía sufrimos una tormenta en el océano austral de más de 10 días con unas olas de 7 y 8 metros y vientos de 50 y 60 nudos. Una tormenta en la mar es una lucha psicológica donde debes aguantar y seguir trabajando en una condiciones miserables hasta que pasa. Los últimos días se hicieron duros pero lo peor, sin lugar a dudas, fue en los trópicos donde durante una semana no tuvimos absolutamente nada de viento y un calor horrible. El no poder moverte, ver la mar como un espejo sin una sola nube y no saber cuándo volverás a poder mover el barco puede ser frustrante pero hay que saber lidiar con ello.
¿Una situación curiosa que hayas vivido en todo este tiempo y que recuerdes con especial cariño?
En la Antártida fuimos a explorar el mar de Weddell, un mar plagado de hielos que debido al calor de ese verano austral cabía la posibilidad de poder entrar en él y eso hicimos. Una tarde navegando tranquilamente entre icebergs dos ballenas jorobadas nos descubrieron y se acercaron al barco para investigarlo. Se pasaron una hora entera para nuestro deleite observándonos con sus enormes ojos, mirándonos a cada uno y yo diría que casi hasta sonriendo. Luego se marcharon y cada uno prosiguió su camino. Fue precioso.
¿Existe un lugar favorito?
El continente helado atrapa de una manera que solo los que han estado ahí pueden comprender pero aunque me encanten las regiones polares también disfruto de los mares tropicales o de las montañas que hay cerca de mi casa. Tenemos la suerte de vivir en un planeta tan variado y hermoso que todo él es hermoso. Aunque, por supuesto, en lugares que visito recurrentemente tengo mis lugares secretos predilectos. Por ejemplo hay una playa salvaje en Bizcaya a la que siempre vamos mi mejor amiga y yo en furgoneta.
¿Qué es lo más raro que has comido/bebido?
¡Muchas cosas! Siempre me animo a probar las gastronomías locales si veo que cumplen ciertos requisitos sanitarios mínimos. En el sur de la India, en una playa en la que conviví y ayudé a unos pescadores con sus redes una noche atraparon sin querer una tortuga y la cocinaron de una manera curiosísima: le cortaron la cabeza, la vaciaron, metieron dentro piedras incandescentes, cosieron el cuello cerrando el cuerpo y la enterraron en la arena. Al anochecer la sacaron ¡Y su carne estaba deliciosa!
¿Una foto con la que te quedarías?
Está que saqué a casi 40 metros de la cubierta del barco, en la gavia más alta sobre tenemos la vela del sobrejuanete. Ahí arriba, con unas vistas impresionantes, sintiendo el viento y el movimiento del barco no puedes dejar de pensar en lo afortunado que eres de poder vivir en un lugar tan maravilloso.
Material y equipo indispensable para tu viaje. ¿Hay hueco para la improvisación? ¿Y la suerte?
Además de ropa de navegación, muchas térmicas y calcetines para cambiártelos a menudo. Y sobre todo unas buenas botas que me permitan escalar a las gavias para trabajar con las velas con seguridad sin resbalarme y otras por las que andar por la Antártida sobre todo tipo de superficies. Yo uso siempre unas Dunlop que se diseñaron para trabajadores de plataformas petrolíferas y me van de maravilla.
Siempre hay hueco para la improvisación y de hecho abogamos por ella. Por ejemplo en esta última expedición a la Antártida, el itinerario inicial consistía en ir a la península antártica pero al ver que hacía mucho calor y que el parte de hielos era positivo cambiamos completamente de un día para otro la ruta del viaje y nos adentramos en el mar de Weddell. Una sabia y gran elección.
La suerte a veces viene y a veces no, es algo que hay que tener en cuenta sobre todo en climas tan extremos o en travesías tan largas como la que hicimos volviendo hasta Holanda. Yo siempre digo: Hay que desear lo mejor pero prepararse para lo peor.
¿Qué le recomendarías a alguien que quisiera embarcarse en una experiencia como la tuya?
Que no lo dude y se contrate un viaje con nosotros. Y no lo digo porque trabaje ahí, nosotros somos los primeros que disfrutamos, que nos apasiona lo que hacemos y yo disfruto compartiendo y enseñando lugares mágicos como por ejemplo las Malvinas donde te puedo mostrar una playa de arena blanca, aguas turquesas y… pingüinos en ella.
Siempre hacemos un cuestionario a la gente que desea embarcarse para saber su forma física y les contamos que van a trabajar con nosotros a bordo, que les enseñaremos a llevar el timón, a escalar (si quieren) y ayudarnos con las velas, etc.
Hay que venir con la mente abierta y con una cámara de fotos para inmortalizar esos paisajes y esa fauna.
¿Cuál es tu lema, filosofía? ¿Una frase que lo resuma?, ¿tus fuentes de inspiración?
Tengo dos frases que uso mucho:
«Deseo lo mejor pero me preparo para lo peor».
Y la otra es:
«Si, solo se vive una vez. Pero si lo haces bien, con una es suficiente».
¿Qué viajes tienes pendiente?
El ártico lo llevo dejando pendiente demasiado tiempo. Tenía pensado viajar sola al Kilimanjaro y a Tanzania pero por la situación actual del Covid-19 no va a poder ser. También íbamos a explorar las islas del Pacífico con el Europa durante el verano pero… No pasa nada. Todo llegará.
¿Cuál es tu consejo viajero a alguien que se esté planteando un gran viaje?
El primer consejo es que disfrute de la preparación. Que lea, que vea documentales, que se informe bien y disfrute de ese tiempo en el que aprenderá muchísimo.
El segundo es que no se deje amedrentar y si lo ha decidido lo haga. Siempre habrá gente que te dirá que estás loco o que morirás en la jungla comido por los bichos. Bueno, puede ser. O puede que te resbales en casa o te atropelle un coche camino de la oficina. Si tomas precauciones y vas preparado minimizas los riesgos y créeme que nunca, nunca te arrepentirás de haber largado amarras y haber puesto rumbo a la aventura.
¿Próxima parada?
Por el momento me quedaré en casa, en San Sebastián, una temporada hasta que sea seguro volver a embarcar y que tanto tripulación como pasajeros podamos disfrutar con seguridad. Aunque nunca se sabe… ya he dado un par de pistas en la pregunta anterior y yo soy una persona que cuando piensa algo, suele materializarlo. Os recomiendo seguir mi instagram si queréis saber por donde recalo 😉