» Eva tenía la cara hinchada y grandes dificultades para respirar. No parecía haber duda. Aquello tenía toda la pinta de ser un edema pulmonar. Para Juan Pedro, el médico del grupo, la única solución era iniciar, cuando antes, el descenso a cotas más bajas, renunciando a realizar el Paso de Gondogoro. De otra forma, el problema podría llegar a agravarse y desembocar en un fatal desenlace. Varios miembros más del equipo presentaban también claros síntomas de mal de altura: edemas faciales, dolores de cabeza, desórdenes intestinales …
De todas formas, no íbamos a poder cruzar el Gondogoro porque el tiempo había empeorado mucho en las últimas horas y aquella ruta resultaba impracticable. El paso del Gondogoro es un collado próximo a los 5.800 metros que permite regresar al punto de origen del “trekking” evitando el penoso retorno por la difícil morrera del glaciar Baltoro. En la última semana la adversa climatología y los desprendimientos de rocas habían causado la muerte de un porteador en aquel paso. Otros cuatro porteadores más habían fallecido y dos alemanes habían resultado heridos como consecuencia de un gran corrimiento de tierras producido en el campamento de Urdukas la noche siguiente a la de haber dormido nosotros allí
Juan Pedro decidió esperar al día siguiente para tomar la decisión definitiva sobre qué hacer con Eva.
Eva sigue mal. Eva es joven, fuerte y practica habitualmente montañismo. Sobre el papel debería ser una de las personas menos afectadas por el mal de altura, sin embargo, ya desde los primeros días de ascensión su cuerpo se resistió a aceptar la altura. Eva definitivamente tiene edema pulmonar. Esta mañana ha intentado salir en dirección al campo base del Broad Peak, pero poco tiempo después ha tenido que renunciar a ello regresando agotada al campamento. Juan Pedro dice que no podemos esperar más, que debemos recogerlo todo y comenzar el descenso …
Eva cada vez está peor. Ha pasado toda la noche tosiendo y respira con gran dificultad. Emprenderemos el camino de vuelta tratando de comprimir dos jornadas en una para así descender más rápidamente a cotas de altura que mejoren el estado general de nuestra compañera. La pasada noche, una gran tormenta de nieve lo ha cubierto todo. Nada más clarear el día iniciamos la vuelta en medio de un fuerte temporal que no nos deja ver más allá de quien nos precede en el camino. Cada media hora paramos para darle un respiro a Eva. Aunque a lo largo del camino unos y otros nos vamos turnando para llevarle el equipo y el agua, horas y horas de incesante caminar terminan por minar sus fuerzas. Cuando después de doce horas avistamos por fin el campamento de Urdukas, Eva ya no puede más, le cuesta respirar y los últimos 500 metros de empinada y accidentada subida hasta la tienda están a punto de hacerla desfallecer. Completamente extenuada y al límite de sus energías, se mete en su saco hasta el día siguiente.
Antes de emprender el camino de vuelta contemplamos el desastre producido hace unos días por el desprendimiento de parte de la ladera en el campamento de Urdukas. Hacemos un minuto de silencio en recuerdo de los porteadores fallecidos, hace unos días en ese mismo lugar.
Eva parece que ha recobrado las fuerzas y respira mucho mejor. A partir de ese momento y a lo largo de las próximas jornadas, su mejoría irá progresivamente en aumento. Ya en Askole, su aspecto y estado general se normalizará casi del todo, aunque todavía tardará semanas en recuperarse por completo. Descender rápidamente cotas más bajas le ha obrado el milagro »