El movimiento Flygskam nacido en Suecia podría traducirse como «vergüenza de volar en avión» pretende concienciar de lo contaminantes que son los desplazamientos aéreos frente a otros medios de transporte como el tren (viajar en avión contamina 20 veces más de lo que contamina el tren).
El 57% de las llegadas de viajeros internacionales a nivel global se basan en avión. Por carretera se desplazan el 37% de los turistas internacionales, por barco el 4% y por tren apenas el 2%.
Su presencia se está extendiendo por los países nórdicos, donde existe una alta conciencia medioambiental. Refleja una creciente preocupación medioambiental y un nuevo estilo de vida que prescinde o intenta prescindir al máximo de aquello que contribuye al cambio climático: sea el consumo de carne, el uso de plásticos o los viajes en avión.
Las emisiones del avión son, en promedio, de unos 285 gramos de dióxido de carbono por persona y kilómetro volado, mientras que las de un tren son de 14 gramos de CO2 por persona y por kilómetro de media. El movimiento considera especialmente criticables los desplazamientos en avión de duración menor o en torno a una hora entre capitales que están bien cubiertas por conexiones en tren.
Paralelo al movimiento flygskam se desarrolla el opuesto tagskryt u «Orgullo de viajar en tren»
Desde la liberalización del transporte aéreo en la Unión Europea, los vuelos en avión siguen ofreciendo un atractivo casi irresistible para millones de consumidores: los precios.
Tal vez, las autoridades ¿deberían desarrollar medidas de restricción de vuelos de corto recorrido, y fomentar y subvencionar más el uso del tren y otros transportes menos contaminantes?