The Jabach Altarpiece de Albrecht Dürer

PintorAlbrecht Dürer. (1471-1528). Escuela alemana.
Título: “The Jabach Altarpiece ”. 1504. Städelsches Kunstinstitut (Frankfurt) y Museo Wallraf-Richartz (Colonia).
Características: Óleo sobre tabla. Dimensiones 94 x 51 cm (cada tabla)

Hijo de un joyero húngaro establecido en Nüremberg, Alberto Durero se erige como la figura más sobresaliente del Renacimiento alemán. Ya desde joven mostró un gran afán de aprendizaje y de desarrollarse como pintor por lo que realizó varios viajes a Italia, concretamente a Venecia, donde estableció contacto con el mundo cultural de la ciudad. Rápidamente asimiló el colorido de su pintura, que junto a la minuciosidad en el dibujo, fueron los dos pilares que cimentaron su producción artística.

Tanto “Job y su Mujer” como “Los dos músicos” formaban parte del tríptico conocido como el Altar Jabach (apellido del famoso banquero del siglo XVII al que perteneció la obra) y que fue pintado por Durero en 1503 tras regresar de su primer viaje a Italia. Ambas tablas, hoy en museos diferentes, componían el exterior de las puertas de un tríptico, cuya tabla central se ha perdido, y cuyas tablas interiores, correspondían a la pareja de santos “José y Joaquín” y “Simeón y Lázaro”, actualmente en la Alte Pinakothek de Munich.

El tema al que se refiere Durero en esta tabla es el relato bíblico de Job. La historia nos cuenta los tormentos y sufrimientos a los que es sometido el más piadoso de los sirvientes de Yavé por Satán, personaje que en el momento en que fue escrito el libro no tenía las connotaciones demoníacas que le fueron atribuidas posteriormente, sino que era considerado un agente divino encargado de contrastar las acciones humanas. Para probar la fe de Job, Satán recibe autorización, primero para arrasar su hacienda y sus bienes, y después para exterminar a su descendencia. Finalmente le es permitido el atentar contra su salud tal y como es contado en el siguiente pasaje de la narración:

“Y dijo Yavé a Satán: “¿Has reparado en mi siervo Job, que no hay como él en la tierra, varón íntegro y justo, temeroso de Dios y apartado del mal, y que aún preserva en su perfección a pesar de que me incitaste contra él para que sin razón lo arruinara?” Respondióle Satán a Yavé, diciendo: “¡Piel por piel! Y todo cuanto el hombre tiene lo dará gustoso por su vida. Si extendieses tu mano y tocaras su hueso y su carne, veríamos si no maldeciría tu rostro”. Yavé replicó entonces a Satán: “Ahí lo tienes a tu disposición pero guarda su vida”. Salió de la presencia de Yavé e hirió a Job con una úlcera maligna desde la planta de los pies hasta la coronilla de la cabeza. Rascábase con un tejón y estaba sentado sobre la ceniza.” (Job 2, 4-8)

december_2007_02.jpgEn la tabla de la derecha se encuentra Job en actitud de resignación antes sus desgracias y lacerado por las llagas que cubren todo su cuerpo. No está clara la patología que sufre, aunque por el aspecto de las lesiones bien pudiera tratarse de una lepra. En la forma lepromatosa de la enfermedad las lesiones cutáneas suelen ser numerosas y polimorfas, observándose máculas, nódulos, zonas de infiltración, etc. Estas lesiones se hallan mal definidas, no son anestésicas, tienen tendencia a juntarse y apenas presentan cambios de color (Figura 1). Tampoco cabe excluir la posibilidad de que las alteraciones dérmicas tuvieran otras causas como la tiña, sarna, sífilis o peste, enfermedades muy corrientes en aquel momento.

El contenido iconográfico respecto a la mujer de Job volcando un cubo de agua para aliviarle los dolores debe entenderse en el contexto para el que fue destinado el tríptico. La obra encargada en 1503 por Federico el Prudente, típico enfermo aprensivo e hipocondríaco, tenía como probable destino una capilla de una casa de baños que poseyera una fuente curativa. En estas casas los baños serían la terapia en el tratamiento de diversas enfermedades. A esto hay que añadirle que la figura de Job, víctima del castigo divino en forma de infección, sería invocada y venerada por cuantos sufrían depresiones y dolencias de piel a comienzos del siglo XV, momento en el que la tierras alemanas eran asoladas por las epidemias de peste y sífilis.

Por el Dr. Alberto Ortiz