La Virgen entre San Sebastián y San Roque de Gian Giacomo Lampugnani

Pintor: Gian Giacomo Lampugnani. (1460-1521). Escuela italiana.
Título: “La Virgen entre San Sebastián y San Roque”. Siglo XV. Iglesia de Santa María della Neve. Cislago (Italia).
Características: 0,81 X 0,45cm. Óleo sobre lienzo.

Una de las representaciones iconográficas, que se dio con más frecuencia durante la primera etapa del Renacimiento, es aquélla en la que aparecen juntas las figuras de San Roque y San Sebastián. Sendos santos fueron objeto de las plegarias de los fieles durante los brotes epidémicos de peste, y su popularidad fue enorme, hasta el punto de ser declarados por igual patrones de dicha enfermedad. Testimonio de esta enorme popularidad son los frescos realizados por el pintor cuatrocentista italiano Gian Giacomo Lampugnani que se pueden contemplar en la Iglesia de Santa María della Neve, situada en la localidad lombarda de Cislago. En esta representación aparecen los atributos emblemáticos de San Roque, hábito de peregrino y el bubón inguinal, mientras que la figura de San Sebastián aparece en la forma que fue martirizado por primera vez, desnudo y horadado por varias flechas. Además de los rasgos ya destacados, aparecen otras figuras como la Virgen con el Niño, y a los pies de los dos santos, los dos benefactores arrodillados a cada lado del fresco, con la ropa típica de comienzos del siglo XVI, en actitud de súplica en base a una necesidad de protección por cada intercesor.

San Roque, natural de Montpellier, destacó por su servidumbre y sacrificio hacia las personas que sufrieron la primera gran epidemia de peste que padeció Europa en 1348. Como consecuencia de esta dedicación altruista, el propio santo fue también víctima de la terrible infección, permaneciendo oculto en un bosque durante la convalecencia, con la única compañía de un perro que le llevaba el alimento. Tras varios años de ausencia, Roque regresa a su país desfigurado por la enfermedad, los trabajos y la penitencia. En una Francia asolada por las guerras, sufrirá la injusticia cuando es denunciado como espía y es enviado a la cárcel donde permanecerá hasta el día de su muerte. Posteriormente, Roque el santo, será reconocido por la población como un hombre prodigioso capaz de curar con su presencia, purificar los aires mefíticos y expulsar las epidemias.

january_09_01.jpgEn la peste, la afectación más frecuentemente en adultos se suele dar en ganglios inguinales y femorales debido al lugar de la picadura de las pulgas, que suele ser más habitual en los miembros inferiores. Las pulgas actúan como vectores de la bacteria Yersina pestis, agente etiológico del cuadro clínico. En esta oportunidad, la figura de San Roque muestra el abultamiento o bubón en la ingle izquierda (Figura 1). Este tipo de casos cursa con una elevación de la piel suprayacente que suele estar tensa, caliente y eritematosa, originándose un edema circundante de naturaleza gelatinosa. El bubón se caracteriza por un dolor muy intenso en la región de anatómica de los ganglios de forma que el paciente para paliarlo evita cualquier movimiento que produzca malestar.

Por otro lado, la figura de San Sebastián evoca el modo en que fue martirizado. Los hechos acaecieron a finales del siglo III, siendo soberano del Imperio Occidental Maximiano. Sebastián era hijo de padre militar y noble oriundo de Narbona, aunque creció y se educó en Milán. Desde joven emprendió la carrera militar llegando a ser capitán de la primera cohorte de la guardia pretoriana, cargo que sólo era concedido a personas ilustres. Sebastián era cristiano de corazón y no participaba en el culto a los dioses ni en actos de idolatría. Visitaba a los cristianos encarcelados y les daba ánimo para soportar los tormentos que padecían. Un día fue denunciado y llevado delante del Emperador. Éste le condenó a morir asaetado y Sebastián fue atado a una columna donde recibió una lluvia de flechas. No murió ahí, ya que llegó a recuperarse, pero enterado Maximiano de nuevo le hizo martirizar, esta vez ordenando que lo azotasen hasta morir.

El culto a san Sebastián como protector de la peste es muy antiguo, concretamente del año 680 cuando la ciudad de Roma se vio sacudida por este mal. Entonces se erigió un altar con la imagen del santo en la basílica de San Pedro. La gente acudió a invocarle y la peste cesó. El hecho fue rápidamente divulgado y bajo su advocación se levantaron capillas, ermitas e iglesias, de forma que hay muy pocas poblaciones rurales del área mediterránea que no posean alguna figura suya. Su festividad es celebrada el 20 de enero.

Por el Dr. Alberto Ortiz