Pintor: Francesco Guardi. 1712-1793. Escuela Italiana.
Título: “El Dux llega a Santa María de la Salud en Venecia para conmemorar el final de la peste de 1630”. 1775. Museo del Louvre, París.
Dimensiones: 67 X 101 cm. Óleo sobre lienzo.
A lo largo del siglo XVIII, la espléndida escuela veneciana, caracterizada por el colorido de su pintura y la grandiosidad de sus composiciones, dio paso a un tipo a un estilo más refinado y menos complejo, pues iba destinado a una clientela más aburguesada. Las escenas cotidianas, espectáculos populares y paisajes urbanos serían los temas más demandados por este tipo de consumidores. Así, las vistas de la ciudad de Venecia se iban a convertir en uno de los objetos de estudio por parte de diferentes pintores entre los que destacaría Antonio Canale, más conocido como “Canaletto”. En esta misma ciudad, otros pintores como el holandés Gaspar van Wittell, apodado “Vitelli”, y Francesco Guardi seguirían esta misma estela, aunque con menor pericia y fama.
La escena representada por Guardi recoge el momento en el que el Gran Duque de Venecia se presenta en la basílica de Santa María de la Salud para realizar la ofrenda de gratitud a la Virgen por el cese de la gran epidemia de peste que asoló la región italiana de Istria y Lombardía durante 1630. Este acto conmemorativo se celebraba cada año en la ciudad; las autoridades eclesiásticas esperaban a la puerta de la iglesia al Gran Duque que, en esta ocasión, logra atravesar el canal gracias a la formación de un puente de barcas.
La acción intercesora de los santos en las enfermedades de esta naturaleza fue una creencia muy extendida en la población hasta bien avanzado el siglo XIX. En concreto, en Italia este tipo de ofrendas afloraron durante varios siglos. Y no era para menos; así, por ejemplo, la región de Istria, en la que se encuentra ubicada la ciudad de Venecia, padeció un gran número de epidemias desde el siglo V al XVII. Su situación geográfica y su intensa actividad comercial provocaban frecuentes migraciones e intercambios con gente de diversas partes del mundo y, en consecuencia, una mayor exposición a los agentes infecciosos con el consabido origen de brotes epidémicos. Entre los años 1630 y 1631 se produjo la última recrudescencia de peste bubónica que afectó a gran parte del norte de Italia, originando una gran mortalidad y diezmando significativamente la población autóctona.
Por el Dr. Alberto Ortiz