El simbolismo es un movimiento de tipo idealista de finales del siglo XIX caracterizado por sus aspectos visionarios y místicos, alusiones alegóricas y su espíritu extravagante. Esta nueva estética simbolista fue bien acogida por los medios sociales y tuvo una gran repercusión en Europa Central, siendo el pintor suizo Böcklin uno de sus más genuinos representantes.
Böcklin viajó por diversos países europeos donde entró en contacto con las diversas tendencias artísticas, que le sirvieron para moldear su propio estilo. Sin embargo, alguno de sus numerosos desplazamientos no fueron por motivos de trabajo o de placer, sino más bien por necesidad. Concretamente, en un par de ocasiones en los años 1853 y 1874, el pintor tuvo que abandonar la localidad en la que se encontraba a causa de sendas epidemias de cólera. Precisamente, fue la epidemia declarada en Munich en 1874, la que le sirvió de referencia para la realización del dibujo titulado “Víctimas del cólera”.
A lo largo del siglo XIX se declararon un gran número de epidemias causadas por el cólera. Una de las más importantes fue la epidemia de Londres en 1834, pero muchos otros brotes se describieron en varias ciudades europeas, como ha quedado constatado en numerosas novelas de la época y en un significativo número de imágenes que han ilustrado estos sucesos.
El cólera es una enfermedad diarreica aguda que puede ocasionar una deshidratación progresiva y llevar a la muerte en pocas horas si no se trata rápidamente. El microorganismo responsable es Vibrio cholerae, bacilo gramnegativo no esporulado y con flagelos polares. En las áreas endémicas,
V. cholareae se encuentra en las aguas superficiales, en aguas saladas de estuarios y en diversos alimentos marinos como pescados y mariscos.
Böcklin, que siempre tuvo una especial predilección por asuntos decadentes y temas trágicos, nos propone una metáfora visual de la enfermedad a partir de un gran monstruo semejante a una serpiente que genera dolor y sufrimiento en los afectados. Sobre el suelo los enfermos dan muestra de un estado de desesperación que roza lo histriónico, pero conscientes en todo momento del mal que les aqueja y sobre todo del desamparo en el que se encuentran sumidos.
Por el Dr. Alberto Ortiz