Pintor: Alice Neel. 1900-1984. Escuela estadounidense.
Título: “ Tuberculosis en Harlem”. 1940. Museo Nacional de Mujeres Artistas, Washington, D.C.
Características: Óleo sobre lienzo. Dimensiones: 76,2 x 76,2 cm.
El retrato fue el género escogido por la pintora americana Alice Neel, para interesarse por aquellos aspectos psicológicos y sentimentales de sus más allegados. Los protagonistas solían ser personajes extraídos de los círculos culturales o de amistad más próximos al artista; ambientes en los que siempre se encontró cómoda de acuerdo a un estilo de vida muy lejos de los típicos convencionalismo sociales de la época.
Sus retratos carecían de cualquier adorno, paisaje o espacio cerrado que pudiera distraer la atención del espectador, de la mirada del retratado. De esta forma, el aspecto psicológico y sentimental cobraba una gran fuerza entre los protagonistas de sus retratos, creando la artista un universo personal que se caracterizaba por la relación directa entre el espectador con el retratado, cuya mirada y expresión son el fiel y vivo reflejo de su propia angustia vital. Y todo ello, en parte debido a la agitada vida personal de la pintora, que contribuyó de forma indiscutible a una concepción de entender la pintura de una manera muy particular. Su turbulenta vida afectiva, la pérdida de un hijo a temprana edad, un intento de suicidio, y los apuros económicos, que siempre estuvieron presentes en su trabajo, son el fruto de una mirada nada amable y poco compasiva hacia el mundo que la rodeaba.
En este sentido, uno de sus retratos más famosos y más comentados, es el que representa al músico de origen portorriqueño, Carlos Negrón, músico de origen portorriqueño, víctima de una infección de tuberculosis a una temprana edad. En este tipo de situaciones, los afectados por la infección tenían que ser internados en centros especiales para lograr su curación. Hospitales con amplios espacios, para dificultar la diseminación del bacilo tuberculoso, reposo y una buena alimentación, eran las condiciones más favorables para conseguir la recuperación del enfermo.
Sin embargo, en otras ocasiones, este régimen no era suficiente, y se hacía necesario un tratamiento mucho más agresivo para detener el avance del proceso infeccioso. Para este fin, la cirugía torácica era uno de los métodos usados, cuya práctica se basaba en la realización de una incisión que producía la liberación de las costillas y permitía que la cavidad torácica cayera hacia el pulmón. De esta forma, se evitaba el colapso que la infección producía a nivel pulmonar, aunque su principal inconveniente era la deformidad posterior a la cirugía, que como se puede advertir en la pintura, se manifestaba principalmente en el desarrollo de una escoliosis cervical, consecuencia de una mayor actividad muscular de la zona de la cavidad torácica no operada.
A mediados del siglo XX, la tuberculosis continuaba siendo una de las enfermedades con mayor impacto entre la población, aunque la incidencia de la misma apuntaba una tendencia a la baja. Las situaciones sociales, como pobreza, malnutrición, hacinamiento, de las que había sido objeto el retratado, y otros enfermos tuberculosos, continuaban siendo los factores que más predisponían para el desarrollo de la infección.
No sería hasta 1944, con la aparición de la estreptomicina, cuando comenzaría el tratamiento con quimioterapia, y que posteriormente, tras el descubrimiento de la isoniacida en 1952, que permitió la aparición de regímenes combinados de antibióticos, cuando se lograría un avance fundamental en el tratamiento de la infección, y que han logrado unos magníficos resultados hasta la actualidad.
Por el Dr. Alberto Ortiz