Las emergencias médicas en vuelo son bastante comunes. Se estima que ocurren en 1 de cada 604 vuelos, o lo que es lo mismo, de 24 a 130 emergencias por cada millón de pasajeros. Además suceden en un entorno complejo y con pocos recursos. La presurización de la cabina de avión equivale a una altitud de 5000 a 8000 pies durante el vuelo, lo que expone a los pacientes a una baja presión parcial de oxígeno y a una baja humedad.
Con frecuencia, se solicita al personal de atención médica que ayude a los pasajeros afectados y al equipo de vuelo, y muchos profesionales tienen una experiencia muy limitada en este entorno. Además los botiquines de los aviones no suelen disponer de demasiado material, variando su composición según país y aerolínea. Por ejemplo en los Estados Unidos incluye un desfibrilador externo automatizado; un equipo para obtener una evaluación básica, material para el control de hemorragias y una vía intravenosa; además de medicamentos para el tratamiento de afecciones básicas. Otros países tienen diferentes estándares mínimos. Algunas aerolíneas han ampliado el contenido de sus equipos médicos.
Las emergencias médicas más comunes encontradas en un reciente estudio incluyen síncope o presíncope (32.7%), síntomas gastrointestinales (14.8%), respiratorios (10.1%) y cardiovasculares (7.0%). El desviar la aeronave del destino programado a un aeropuerto diferente para un aterrizaje de emergencia ocurre en un 4.4% de las emergencias médicas.