Visita de Napoleón a los apestado en Jaffa de Antoine Jean Gros

PintorAntoine Jean Gros. 1771-1835. Escuela francesa.
Título: “ Visita de Napoleón a los apestado en Jaffa”. 1804. Museo del Louvre, París.
Características: Óleo sobre lienzo. Dimensiones 523 x 715 cm.

El estilo neoclásico, ideado y desarrollado por Jacques Louis David, y cuyo epicentro artístico fue Francia, recibió un gran impulso en toda Europa, no sólo por su innovadora estética, sino también por ser un espléndido vehículo para difundir los preceptos ideológicos de la Revolución por el resto del continente. Antoine Gros, hijo de miniaturista, y discípulo de David, entendió muy bien estos preceptos, y desde muy temprano, depositó su habilidad como retratista al servicio de este nuevo régimen. Para ello, su obra “política” la personalizó de una manera muy concreta en la figura de Napoleón, quien se establecería en el poder de la nueva República Francesa mediante un golpe de Estado, para transformarla en un Imperio cuyo principal fin sería extender los ideales revolucionario más allá de sus fronteras, aunque ello se hiciera empleando la fuerza de las armas con una violencia que dejó una huella imborrable de sangre y destrucción, por toda Europa, hasta bien entrado el siglo XIX.

el cuadro del mes de enero 2014b
Figura 1

Años previos a este proceso, Gros recibió el encargo de representar al nuevo regente de Francia, ejecutándolo en menos de seis meses, justo a su regreso de Italia, donde había estado exiliado desde 1793, tras haber sido acusado de ser simpatizante del depuesto sistema monárquico. El tema que escogió Gros para la glorificación del nuevo regente de Francia, lo extrajo de la campaña militar de Oriente Próximo, justo en el momento en el que Napoleón acude a visitar a los soldados franceses que habían sido víctima de una epidemia de peste bubónica en Jaffa, durante la estancia del ejército en Siria en marzo de 1799.

El cuadro, claro ejemplo de pintura puesta al servicio de la más descarada propaganda política, muestra a Napoleón rodeado de enfermos en el patio de una mezquita, que se había convertido en improvisado hospital de campaña. Aparte de situar a Napoleón en el centro de la composición, y colocarlo bajo un arco ojival para realzar y destacar su figura en el lienzo, Gros no duda en remarcar su valentía, al representarlo palpando el bubón axilar de un enfermo, en contraste con la actitud timorata y cobarde de sus dos oficiales acompañantes, que en vano intentan apartarlo del contacto con los enfermos para evitar su exposición al contagio (figura 1). El resto de afectados están diseminados, en un primer plano, por los laterales y la zona inferior del cuadro, tirados por el suelo y postrados, sin posibilidad de moverse a causa de la infección. Algunos de ellos están siendo atendidos por médicos ataviados con los típicos trajes árabes, como el enfermo arrodillado que mira con gesto de desfallecimiento a Napoleón, justo en el momento en el que un cirujano le produce una incisión en la axila, zona en la que se localiza la adenopatía bubónica.

La peste de Jaffa fue descrita por Dominique Jean Larrey, cirujano jefe del ejército francés, que describió los síntomas del brote epidémico que causaba la muerte diaria de una decena de soldados. En un primer momento, los enfermos sufrían sed, deshidratación, dolor de cabeza, dificultad para respirar, vómitos y malestar en general. Pasadas unas horas, aparecía la fiebre con taquicardia, y el dolor de cabeza se transformaba en vértigo. Había visión borrosa, contracciones musculares, y estado de delirio. El último de los síntomas en aparecer era el bubón en las regiones anatómicas más frecuentes.

Con esta pintura, Gros alcanza un notable éxito, y se consagra como un pintor de reputado prestigio. La pintura causó sensación en el momento de su exhibición en París y sus propios colegas de profesión ensalzan su obra. Todos elogian la realidad y veracidad con los que reproduce los hechos documentados en Asia, aunque el cuadro en sí, no sea nada más que una simple expresión de la adulación, mitificación y encumbramiento del nuevo Emperador.

Por el Dr. Alberto Ortiz