Pintor: Joaquín Sorolla y Bastida. 1863-1923. Escuela española.
Título: “María convaleciente”. 1907. Museo de Bellas Artes de Valencia.
Dimensiones: 60,5 x 90,5 cm. Óleo sobre lienzo.
Entre los más importantes pintores españoles modernos destaca, con nombre propio Joaquín Sorolla. Nacido en Valencia a mediados del siglo XIX, su inicio en la pintura tuvo un gran influjo del realismo, corriente imperante en aquel momento, aunque evolucionó posteriormente a un estilo impresionista de carácter costumbrista y agradable a la vista de sus clientes, lo que le valió una gran reputación internacional. Este prestigio se vio incrementado, a lo largo de toda su vida, por los numerosos premios y menciones que obtuvo en las diversas exposiciones internacionales.
Tanto la pintura como su familia fueron las bases sobre la que se asentó su estabilidad profesional y emocional. La mujer de su vida fue Clotilde García del Castillo con la que tuvo dos hijas y un varón. Todos ellos sirvieron de modelos de sus cuadros en innumerables ocasiones, pero especialmente a destacar, su hija María, la primogénita, que junto a su madre, sería la más retratada de la familia. No obstante, hubo una época en su vida, en el invierno de 1907 en que su retrato se consagró como una de las imágenes más gráficas de una enfermedad que causaba estragos en aquel tiempo: la tuberculosis.
Los síntomas iniciales como febrícula, malestar, cansancio y decaimiento fueron los que padeció María durante el verano de 1906. En un principio se pensó que se trataba de un catarro, pero a medida que el tiempo transcurría y que la paciente no evolucionaba a mejor, el padre decidió que su hija fuese vista por el doctor Medinaveitia. Tras una serie de pruebas se determinó que la causa de todos esos síntomas inespecíficos no era producto de un resfriado, como se pensaba en un principio, sino de una infección originada Mycobacterium tuberculosis, recientemente descubierto por Robert Koch.
A finales de 1906, la familia del pintor se instaló en el madrileño monte del Pardo. Uno conocido del pintor, Carlos Urcola, les ofreció su finca denominada “La Angorilla” situada en dicho monte. El doctor Simarro, eminente neurólogo y amigo personal del pintor, les recomendó el aire puro del campo como la terapia ideal que debería seguir María para obtener la curación.
En este cuadro se reproduce uno de los varios retratos que realizó Sorolla sobre su hija. Tomando un punto de vista alto, el pintor nos muestra a María sentada, fuertemente abrigada y resguardada del viento por un muro de ladrillos. A pesar del cuello del abrigo y el gorro, en su rostro se puede atisbar, de manera nítida, un semblante en el que se percibe no sólo el evidente deterioro de su salud, sino una acusada tristeza, fruto de la incertidumbre que las dudas y los miedos ocasionaban sobre el desenlace de la enfermedad.
Por el Dr. Alberto Ortiz