Manifestaciones en Sudán tras un decreto que subía el precio del pan (pasaba de una a tres libras sudanesas) han provocado ya más de 30 muertes desde el 18 de diciembre de 2018.
La revuelta estalló en la ciudad costera de Port Sudán y en Atbara extendiéndose en pocas horas a Omdurmán y Jartum, la capital, y a otras localidades del país como Al-Gadaref (este) y Dongola (norte), donde los manifestantes quemaron las sedes del partido del presidente Omar al Bashi, que lleva en el poder desde hace 30 años. El presidente está acusado de crímenes de guerra y contra la humanidad por la Corte Penal Internacional por el conflicto de Darfur y tiene dos órdenes de arresto internacional.
Sudán vive una profunda crisis económica que se ha puesto de manifiesto con la escasez de productos de primera necesidad. La imagen de ciudadanos haciendo largas colas para conseguir pan o gasolina es frecuente en el país, que en 2011 se quedó sin tres cuartas partes de sus reservas de petróleo tras la independencia de Sudán del Sur. La mala gestión económica del país ha provocado una inflación del 70% y que pase de exportar productos agrícolas a sufrir una fuerte dependencia del exterior.